viernes, 12 de febrero de 2016

Manual Calibre #9: Gestionando bibliotecas "reales"

Continuando con la línea de recuperación de vídeomanuales, hoy le toca el turno a mi querido amiguete, Calibre. Este quizá es el programa "menos sofisticado" de los que repaso en mi blog, pero al mismo tiempo es uno de los que más uso "cotidiano" le doy, y de los que menos problemas me ocasionan. Total, que tiene bien merecido mi cariño.








La entrada de hoy es bastante peculiar, porque básicamente se trata de aprovechar el programa en una tarea para la que, en principio, no ha sido diseñado. Evidentemente, usar Calibre para gestionar una biblioteca "de papel" no es la solución ideal a priori. Pero el caso es que las alternativas resultaban menos atractivas por varias razones. Por un lado, el tiempo de elaboración de una base de datos "de las de verdad" sería, en mi caso, bastante problemático, dado que no tengo mucha idea del tema. Esto no sería una dificultad si se tratase de mi biblioteca personal, y pudiese dedicarle a la fase de aprendizaje y experimentación un tiempo indefinido. Por eso es importante tener en cuenta que esta solución se ha dado en unas circunstancias muy particulares, esto es: en el contexto de una pequeña escuela sin más pretensiones que las de prestar un servicio extra a sus estudiantes. En este sentido, Calibre nos ha permitido elaborar una base de datos fiable y de forma muy rápida, dado que, en esencia, este programa nos regala una buena base de datos lo suficientemente configurable como para que se pueda adaptar a, en la práctica, cualquier circunstancia. 
En cuanto a la experiencia práctica, que sólo menciono de pasada en el vídeo, no ha podido ser más positiva: los compis se han adaptado a la perfección a este programa en todos sus niveles. En muy poco tiempo han aprendido, partiendo de cero, a introducir nuevos títulos en la base, a localizar libros con las herramientas de búsqueda que Calibre pone a nuestra disposición, y a introducir los elementos críticos: quién toma prestado el libro, cuándo tiene que devolverlo, y quién se ha hecho el remolón y se ha pasado de fecha. Es decir, que el programa funciona y da la talla sin ningún problema, y con una relación inversión de tiempo y dinero/eficacia casi óptima. 
Creo, en resumen, que esta pequeña "chapucilla" ha sido la mejor solución para nuestras circunstancias. Naturalmente, esto no creo que pueda aplicarse en cualquier sitio; en una biblioteca "seria", con miles de volúmenes, creo que se deberían imponer otras aplicaciones. De todas formas quería dejaros aquí esta idea por si acaso a alguno de vosotros os viene bien para la gestión de una pequeña biblioteca en un centro educativo, centro social o algún organismo público local sin presupuesto que despilfarrar, o, por supuesto, para bibliotecas personales.

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